'The Walking Dead': vuelven los caminantes


El sabor de boca que el octavo episodio de The Walking Dead nos dejó no pudo ser mejor. La espera de dos meses se antojaba eterna, pero todo llega y los muertos vivientes no son una excepción. El resultado es un episodio de vuelta de midseason que cumple con los cánones de un capítulo de sus características: servir de enlace entre la primera parte de la temporada y establecer las principales líneas argumentales de la segunda.

The Suicide King review (SPOILERS)

En este sentido, The Suicide King se encuentra un escalón por debajo de sus inmediatos predecesores. Si bien es un episodio correcto, le falta el toque de tensión e intensidad de anteriores capítulos (que posiblemente irá in crescendo hasta el final de temporada). Sin embargo, hay que destacar la espectacular escena de inicio en la que vemos cómo Rick y el grupo vuelven a rescatar a Daryl, que se encuentra en pleno "reencuentro fraternal". En esta escena veremos cómo durante el show improvisado por el Gobernador (con unos invitados de primera fila de excepción), Rick y los suyos siembran el caos y la destrucción, consiguiendo escapar con Merle como agregado. Tras la negativa por parte de Rick de que el mayor de los Dixon les acompañe, Daryl tomará la decisión de desaparecer en el bosque junto a su hermano.

De vuelta a la prisión, Rick dará la noticia de la marcha de uno de los puntales del grupo, con la consiguientes reacciones de los habitantes de la prisión (especialmente Carol). Dado que se prepara una inminente  invasión de la cárcel, el grupo necesitará refuerzos. De este modo llegará uno de los momentos más esperados porparte de los lectores del cómic: el encuentro entre Rick y Tyreese (que no empezará con muy buen pie por culpa de una inoportuna alucinación). Mientras tanto, Glenn (que nos regala nuestro momento gore de la semana con un zapateado improvisado en plena carretera) y  Maggie se seguirán curando sus heridas físicas y psicológicas de la visita a Woodbury.

El pueblo también tendrá que recuperarse del asalto. Por un lado, la población, que comienza a darse cuenta de que no era oro todo lo que relucía, deberá enfrentarse a una brecha de seguridad producida por el agujero de huida del grupo de Rick (que también se convierte en uno de entrada de visitantes indeseados). Por el otro, el Gobernador intentará sobreponerse a la pérdida de su hija y ojo a través del aislamiento (aunque atención con cómo se las gasta la única vez que sale de casa), lo que obligará a Andrea a tomar las riendas del pueblo ante el caos imperante.

En resumen, episodio que sirve para lamerse las heridas del asalto a Woodbury por ambos bandos, dejando a sus líderes tocados (tanto Rick como el Gobernados han perdido, cada uno a su manera, el juicio) y que prepara un escenario muy interesante para los episodios que están por venir (una represalia en la prisión, el paseo por el bosque de Merle y Daryl, el papel de Tyreese y Michonne en la prisión, y la creciente demencia de Rick).

(Fuente: es.ign.com)

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